Powered By Blogger

martes, mayo 06, 2008

LOS PARTIDOS POLITICOS EN COLOMBIA

Suelo volver con cierta nostalgia por el texto clásico de Duverger: “los partidos políticos “, el cual estructura de manera esquemática y científica lo partidos en el mundo. Hablaba de partidos de cuadro y partidos de masa, establecía un panorama de los marcos ideológicos que los sustentaban……en fin, continua siendo un buen libro para estos tiempos caóticos. Cito el texto, ahora que los publicistas y el márquetin se tomaron los partidos modernos. Es un hecho que parte de la crisis que vive Colombia ha sido generada por la grave crisis de los partidos tradicionales. No deja de ser curioso, como el partido liberal arremete contra Uribe, olvidándose que sostuvo a Samper en la presidencia, a pesar de la evidencia absoluta de la intromisión de dineros de las mafias en sus arcas, recurriendo a pràcticas absolutamente oprobiosas. El conservatismo ha sobrevivido como colectividad en los últimos treinta años al amparo de una participación burocrática milimétrica, clientelista, sin ningún sesgo ideológico que la diferencie del partido liberal. Las diferencias entre los partidos no son sustanciales. Pocos saben de la génesis de los mismos. Los partidos políticos tradicionales de Colombia se estructuraron a mediados del siglo XIX, para el partido Liberal se tiene como referencia 1.848 con Ezequiel Rojas y para el partido Conservador 1.849 con Mariano Ospina y José Eusebio Caro. La guerra de independencia había sido en gran parte comandada por los terratenientes y esclavistas del sur del país ( PC) y por la burguesía comerciante de Cartagena y otros centros ( PL ). Al concluir la guerra estas clases sociales, que ninguna era suficientemente fuerte para imponerse a la otra, establecieron una alianza a nivel de estado, en la que los terratenientes lograron la preservación del status quo ( PC) y el sector comerciante, el libre comercio, principalmente con Inglaterra ( PL). Esta situación dió origen a nuevas realidades. Los terratenientes, los esclavistas, los altos burócratas civiles, el clero y la milicia tenían mucho para conservar (PC). En muchos casos sus intereses económicos eran múltiples, y aunque de las medidas propuestas por los partidarios del cambio unas les interesaban, otras les eran adversas y otras no les tocaba directamente, el hecho de estar en la cúspide de la pirámide social les impelía a ser cautos respecto a los cambios y a preferir el status quo.
Cambiar, era lo que proponía el partido liberal, implicaba transformar el estado colonial que se había prolongado en un sentido más de acuerdo con los intereses burgueses que insurgian. Era modificar la reglamentación particularista y sustituirla por leyes de carácter general; era convertir a la tierra en mercancía y darle libre circulación; sustituir un estado omnipresente por otro que permitiera comercian sin trabas, suprimir los monopolios y dejar que las actividades reglamentadas se movieran al impulso de la libre actividad; suprimir la jerarquía ante la ley y poder llamar ciudadano al desigual; suprimir el ejercito de caudillos por una milicia de ciudadanos pudientes, liberalizar la enseñanza, es decir quitar a la iglesia el privilegio de impartir el saber. Una nación de ciudadanos libres, requería sujetos libres. Con el ejercicio de tanta libertad, era imposible la prolongación del Estado colonial, inigualitario y monopolizador. Sendas Guerras civiles hubo en el siglo XIX y de hecho mucha pobreza y muerte. El siglo XX no fue ajeno a estas diferencias, pero con preocuación se empezó hablar de manera recurrente de la crisis de los partidos: lo hizo magistralmente Gaitán, también en excelentes escritos: Juan lozano, Darío Echandia, Carlos lleras Restrepo, Alberto Lleras, en discursos memorables y seminarios: Luis Carlos Galán, Virgilio Barco, Ivan Marulanda. Existen estudios muy serios sobre los mismos, desde el clásico de Gerardo Molina hasta tesis de grado de estudiantes de posgrado de las facultades de ciencias políticas ( Javeriana, Universidad Nacional). Es un hecho, la crisis sigue siendo muy grave y los partidos en sus fueros internos parecen no querer enterarse. Peor un, la colcha de retazos en que terminaron los nuevos partidos con la excepción de cambio radical, al amparo del liderazgo presidencial. Es imprescindible que los partidos Colombianos hagan su propia catarsis y empiecen un proceso de democratización y modernización de sus colectividades. No hay tiempo que perder, pues son absolutamente necesarios para la democracia.