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sábado, octubre 03, 2009

LA JUSTICIA ALTERNATIVA EN COLOMBIA

La justicia alternativa constituye un mecanismo extraordinario para dirimir conflictos en la sociedad, que a la vez de construir canales de resolución rápida y directa, ayuda a recomponer el tejido social y disminuye la impunidad reinante producto de la ineficiencia del sistema. De hecho nuestro país contempla muchos de estos mecanismos en su legislación. Paradojicamente en Colombia se ha venido imponiendo un tipo de justica alternativa peligrosa y nefasta, que la puede llevar a una ruptura del tejido social urbano en sus principales capitales, con consecuencias muy graves desde lo social, se llaman las oficinas de cobro. Tratare de explicar sus orígenes y el contexto de la actual problemática. Con la aparición de los grupos armados y el aparato militar montado por el narcotráfico y el surgimiento de los paramilitares entre el año setenta y cinco del siglo pasado y el 2000, las ciudades fueron tomadas lentamente por estas organizaciones por fuera de la ley, quienes con el tiempo terminaron convirtiéndose en dueños de la seguridad, del espacio y paulatinamente de algunos conflictos barriales menores, hasta llegar a una situación aberrante y peligrosa para las ciudades por razones que expondré adelante. El caso de Medellín es el más paradigmático, la ONG “Ideas para la paz “, presentó un informe absolutamente esclarecedor sobre el tema que nos puede servir de guía en este articulo. El informe comienza con una sentencia que expresa la intensidad de la problemática: “No existe en Colombia una experiencia de paramilitarismo urbano semejante a la de Medellín. Y al mismo tiempo no existe en el país, a nivel municipal, un esfuerzo tan explícito y comprometido de construir un programa de reintegración para la población desmovilizada como el Programa de Paz y Reconciliación: Regreso a la Legalidad (PPR) desarrollado por la Alcaldía de Medellín desde 2004.” Hoy este esfuerzo parece perderse ante la gravedad de los hechos que ocurren en la ciudad. La ciudad esta tomada por el sicariato y las oficinas de cobro. Hay una guerra entre oficinas y combos por obtener el poder frente a la extradición de los capos. Pero el fenómeno no se puede entender solo por sus efectos nefastos, se requiere mirar el contexto que le dio origen. Dice el informe citado: “El origen del fenómeno paramilitar en Medellín se encuentra en los desarrollos y desenlaces que tuvo la guerra del Estado contra el Cartel de Medellín liderado por Pablo Escobar. Dicha confrontación produjo una de las etapas más sangrientas de la historia del país conocida como la época del Narcoterrorismo (1988–1993). Esta dejó una huella aún hoy perceptible en la evolución política y social de Medellín. El papel de la organización denominada los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar) en la caída de Pablo Escobar es todavía hoy un tema sobre el cual no existe consenso. Para algunos sectores de opinión, la participación de la delincuencia organizada en la persecución de Escobar fue la piedra de toque de su caída; para otros, el mérito es atribuible al trabajo de las autoridades colombianas, y particularmente, al denominado Bloque de Búsqueda, creado a raíz de la fuga del capo de la Cárcel de la Catedral12 en 199213.” Adelante agrega el informe : “Para efectos de entender la situación de Medellín después de 1993, año de la muerte de Escobar, es necesario recordar que el jefe del Cartel de Medellín se ganó la enemistad de algunos de sus antiguos socios, quienes aportaron información y apoyo para lograr que cayera. Tales antagonistas se coaligaron con otros viejos enemigos del gran capo. Entre ellos estuvieron el Cartel del Norte del Valle, el Cartel de Cali y las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), éstas últimas dirigidas a la sazón por los hermanos Fidel y Carlos Castaño. De esa particular alianza surgiría la estructura de poder que habría de sustituir la hegemonía que ostentó el Cartel de Medellín en el mundo del narcotráfico y la delincuencia organizada en esa ciudad. El gran ganador fue Diego Murillo Bejarano, alias “Don Berna”14, quien pasó a controlar la llamada “Oficina de Envigado” y en consecuencia el grueso del narcotráfico. Este personaje, originario de la ciudad de Cartago, Valle, empezó siendo miembro de una disidencia del Ejército Popular de Liberación (EPL) en el Norte del Valle, pero se convirtió en guardaespaldas y hombre de confianza de uno de los principales narcotraficantes del Cartel de Medellín. Su jefe, conocido como El “Negro” Galeano, fue precisamente uno de los socios de Pablo Escobar asesinado a raíz de las purgas que éste dirigió desde la Cárcel de la Catedral, cuando sintió que su poder era desafiado. “Don Berna” al parecer se libró por casualidad de sufrir la misma suerte pues no acompañó a su jefe a la cita fatídica en La Catedral. Posicionado don Berna junto con otro narcotraficante, Gustavo Upegui, como heredero de lo que quedaba de la organización del Cartel de Medellín, “Don Berna” se limitó a aplicar el sistema que había diseñado Escobar para garantizar el siempre incierto cumplimiento de contratos entre narcotraficantes. Además, ofrecía una modalidad de servicio de seguro para proteger a los narcotraficantes de las pérdidas debidas a la caída de los cargamentos de droga que se enviaban a los mercados consumidores. Por lo primero obtenía un reconocimiento del 30% del valor involucrado en las disputas, por lo segundo debía obtener una jugosa prima de seguros”.
Con el tiempo estas oficinas crearon una verdadera justicia alternativa con servicios directos para quien los necesitará a la vez que se fueron tomando la segurida y el espacio de grandes sectores de la ciudad. Dependia de una organizacion jerarquíca, fianciada por el narcotrafico y apoyada en su aparato militar. Estas oficinas actuaban como agentes de cobro de deudas, dirimían conflictos e incluso rescataban algunas personas de la mano de la delincuencia común. Con la extradicion de los capos, se salieron de madre. Es un hecho que la sociedad tiene su cuota de responsabilidad pues fue cediendo en sus reservas morales y paulatinamente les entregó a estos agentes fueros que no correspondían. Hoy, en plena crísis económica, la ciudad esta tomada por mil oficinas de este tipo, quien tenga un fierro, como suelen decir, sale a prestar el servicio: intimida, oprime, apreta, amenaza y mata, la fuerza pública es inferior al reto y la alcaldía parece no tener políticas. Muchas persona de bien aceptaron la gestion de estas oficinas y terminaron entregándoles los cobros de sus deudas comerciales y personales a estos señores, por lo ágil de los resultados. Hoy esta pagando en carne propia estas malas decisiones. Que hacer: esperemos cuales son las políticas públicas y como reacciona una sociedad que ha sabido superar situaciones peores, pero el tema da para largo .