Powered By Blogger

domingo, julio 29, 2012

LOS PARTIDOS POLITICOS EN EL MUNDO


Eduardo Posada Carbo en su última columna del periódico “El tiempo” de Colombia escribió una excelente artículo sobre un texto de Nancy L. Rosenblum -On the Side of the Angels (Princeton, 2008)- que ofrece una robusta defensa de los partidos y del partidismo. No defiende a ninguno en concreto, sino la idea misma de los partidos y del partidismo para el funcionamiento de las democracias.


Hace poco escribimos sobre la necesidad del fortalecimiento de los partidos políticos en Colombia y la importancia de los mismos dentro de la democracia representativa.
El mundo vive una crisis del sistema partidista, por efectos de la falta de confianza en los mismos y la incredulidad acentuada de la población. A ello han contribuido las redes sociales y la falta de una interpretación adecuada de la revolución de las tecnologías de la información y el conocimiento; de igual manera los famosos partidos de cajón, creados entre el oportunismo político; la corrupción sistemática y el anquilosamiento en el poder, con prácticas poco ortodoxas. La desconfianza a ellos en todo caso no es nueva. El filósofo Hume, escribió “que los partidos y las facciones subvierten al gobierno, hacen impotente las leyes y suscitan la más fiera animosidad entre los hombres de una misma nación, que por el contrario deberían prestarse asistencia y protección mutuas.
Los revolucionarios Franceses nunca estuvieron de acuerdo con ellos, incluso Rousseau les tuvo mucha desconfianza y engendró la idea del partido único de consecuencias tan nefastas en la Rusia socialista.

Los partidos son hijos del fenómeno de “la representación política y como mecanismo a través del cual la deliberación pública y las decisiones del gobierno se trasladan desde el titular de la soberanía democrática hacia sus agentes (los representantes) establece la frontera histórica y teórica entre la democracia antigua o directa y la moderna o representativa”.
Los partidos nacieron de la masificación de la participación política en el siglo XVIII y XIX. Al principio se constituyeron como organizaciones auxiliares de las nacientes cámaras representativas, se hablaba de partidos de creación interna o partidos de creación externa. Teóricos como Jlien Freund y Carl Schmitt establecen que los partidos conservan dos de los tres principios de la política: El componente agonal o de lucha (Amigo-enemigo) y el componente de lo público.
La crisis de los partidos está en su punto más alto en el mundo, basta mirar a Estados Unidos, Europa y América Latina, esta se refleja en sus tres ejes esenciales: Su base social, ya no existe; su orientación ideológica, gracias a los híbridos ideológicos, por efectos de una exacerbado pragmatismo se está perdiendo; y sus estructuras en crisis por ser simplemente organizaciones electorales.
La ciudadanía ha sentido que la intermediación o representación no es necesaria y ha revalorizado su papel en la democracia. A esto se suma el poder de los medios que ha incentivado el caudillismo. La imagen su súper-pone a la realidad por efectos de una nueva herramienta de la publicidad que se llama la imagología. Proliferan los Autisiders, personajes sin trayectoria política, quienes dicen estar por encima de los partidos y en esta crítica se intensifica el desconocimiento a los partidos históricos. Los candidatos son creados por los asesores, lo primero que deben olvidar es quiénes son y asumir el nuevo rol de acuerdo a las necesidades electorales.

Los partidos son más necesarios ahora que nunca. Revalorizar su papel en el nuevo contexto de la sociedad pos-industrial, resulta absolutamente vital para la democracia representatica. Cuando se leen los textos clásicos se entiende mejor la crisis actual: Max Weber y Robert Michels. Sus estudios siguen siendo los más sistemáticos al respecto. Lo que sucede hoy en la Argentina, Nicaragua, Bolivia y Venezuela es emblemático. Se acabaron los partidos. Es muy difícil volver a restaurar su dinámica. Autores como Sartoris, Habermas, Sloterdijk, han sentado posiciones valiosas sobre el tema. El debate apenas comienza, pero queda claro, que es preciso asumir el tema con toda entereza.



viernes, julio 13, 2012

LA CIUDAD Y LOS PERROS UN ANIVERSARIO EMBLEMATICO




Siempre que escribo sobre algunos autores preferidos, lo hago desde la humilde condición de lector impenitente. Los orígenes de esta novela hay que buscarlos diez años antes de su publicación, en las experiencias del autor en el colegio militar Leoncio Prado de Lima en los años 50-51 del siglo XX.  Mario Vargas llosa ha sido un lector voraz. Leyó lo más importante de la novela universal a muy temprana edad, para desatornillarlas, para aprender a escribirlas, hasta llegar a dominar su técnica como ninguno..  En sus memorias “el pez en el agua” describe el itinerario que le dió origen a la pasión por la lectura y  como se fue inmiscuyendo en el mundo de las letras hasta convertirse en un escritor profesional de tiempo completo.

“La ciudad y los perros” narra sus propias experiencias en el colegio militar, catarsis que le permitió abordar muchos temas encubiertas en un argumento extraordinario. Para mí lo más importante de esta precoz obra, ganadora del premio Biblioteca Breve con el que Carlos Barral se anotó un gol para la literatura, fue el  descubrimiento de un autor por encima del bosque de lagartearía que caracteriza a las editoriales. Cuando le comunicaron la noticia, Mario Vargas llosa se sintió un escritor a carta cabal y asumió su destino con una vocación impertérrita que no ha disminuido un ápice y que le ha permitido escribir una extensa obra que termino con el nobel de literatura.

Esta novela tiene una virtud: La inclusión de las técnicas más importantes de la novela moderna. En ella se decante el lector serio de John Dos Pasos, Faulkner, Hemingway, Virginia Wolf, Sartre, Camus y toda la novela decimoniaca Francesa.

La edición conmemorativa de la academia de la lengua realiza una lúcida síntesis de lo que significó esta novela para la narrativa latinoamericana:

“La aparición de la novela marcó un paso importante en la superación de la temática indigenista, de la búsqueda de raíces y valores prehispánicos, avanzando hacia un terreno cotidiano, la realidad presente del ciudadano americano, vertebrado, todo ello, en nuevas formas de novelar presentación para la literatura hispánica basadas en la experimentación con la técnica narrativa. Esta innovación de fondo y forma convierte a Vargas Llosa en punto de referencia fundamental de la narrativa hispanoamericana actual. Fruto de esa técnica, de honda raíz faulkneriana, los personajes se presentan en su más compleja estructura mental y social, que se traduce formalmente en una alternancia de múltiples temas, acciones y pensamientos que aparecen y desaparecen hasta llegar a su resolución final. No encontramos juicios, solo exposición de una humanidad viciada y crudamente realista. Sin duda, Vargas Llosa inaugura con La ciudad y los perros el boom americano y abre al mundo un interés renovado por su narrativa.” Esta novela constituye el abrebocas a innovaciones textuales y narrativas  que revolucionarían nuestra literatura. José Miguel Oviedo, su mejor crítico contó cómo nació el nombre: Cuando volvimos a vernos yo tenía anotados tres títulos, de los cuales hoy solo recuerdo dos: uno era La ciudad y la niebla, que aludía al cielo casi permanentemente encapotado de Lima; el otro era La ciudad y los perros. Creo que Vargas Llosa exclamó: '¡Ese es!' y así el libro quedó definitivamente bautizado".

Que significó para nosotros los lectores. Una sorpresa absoluta, sentir que estábamos leyendo lo más excelso de la literatura contemporánea de manos de un joven imberbe con cara de niño absolutamente desconocido para todos. La segunda lectura de esta obra nos permitió en esa época al grupo de lectores expresar: Guao, quien es este muchacho. Ya había publicado su libro de relatos “Los jefes” y algunos ratones de biblioteca y lectores voraces,  lo tenían entre ojos, presentían lo que se venía.

Al recibir este premio en Caracas el escritor peruano expreso:

“Como regla general, el escritor latinoamericano ha vivido y escrito en condiciones excepcionalmente difíciles, porque nuestras sociedades habían montado un frío, casi perfecto mecanismo para desalentar y matar en él la vocación. Esa vocación, además de hermosa, es absorbente y tiránica, y reclama de sus adeptos una entrega total. ¿Cómo hubieran podido hacer de la literatura un destino excluyente, una militancia, quienes vivían rodeados de gentes que, en su mayoría, no sabían leer o no podían comprar libros, y en su minoría, no les daba la gana de leer? Sin editores, sin lectores, sin un ambiente cultural que lo azuzara y exigiera, el escritor latinoamericano ha sido un hombre que libraba batallas sabiendo desde un principio que sería vencido. Su vocación no era admirada por la sociedad, apenas tolerada; no le daba de vivir, hacía de él un productor disminuido y ad-honorem. El escritor en nuestras tierras ha debido desdoblarse, separar su vocación de su acción diaria, multiplicarse en mil oficios que lo privaban del tiempo necesario para escribir y que a menudo repugnaban a su conciencia, y a sus convicciones. Porque, además de no dar sitio en su seno a la literatura, nuestras sociedades han alentado una desconfianza constante por este ser marginal, un tanto anónimo que se empeñaba, contra toda razón, en ejercer un oficio que en la circunstancia latinoamericana resultaba casi irreal. Por eso nuestros escritores se han frustrado por docenas, y han desertado su vocación, o la han traicionado, sirviéndola a medias y a escondidas, sin porfía y sin rigor. Pero es cierto que en los últimos años las cosas empiezan a cambiar.”

El cambio fue total. Onetti ya estaba escribiendo una de las obras más innovadoras y universales de esta parte del continente, Lezama Lima en Cuba le aportaría a la humanidad “Paradiso” emblemática por la riqueza del lenguaje y la excelsa expresión del mundo interior. “El Coronel no tiene quien le escriba” se había cuajado en un hotel de mala muerte en Paris…. En fin, el boom estaba en ciernes.

Está novela de Mario Vargas Llosa sigue siendo de las más importantes de su obra completa. Se relee con gusto y representa para la literatura la puerta de entrada a la gran novela latinoamericana.  El mejor homenaje, volvérsele a meter y por su puesto disfrutarla.