La
economía no crece como los gobiernos quisieran y menos como algunos analistas
pronostican. No estamos frente a una recesión sino a una desaceleración que
tiene razones diversas, las cuales no ceden pese a ciertas políticas directas
para superarla.
Las
condiciones en américa latina son estas: Recesión en Argentina, Brasil y
Venezuela, un leve crecimiento comparado con 2014 para México, Chile y Perú y
peor para Ecuador y Uruguay. Es curioso, el informe del año pasado del BM,
define claramente lo que está pasando en el 2015, pues lo refleja tal y cual,
como sí no existiese algún cambio sustancial después de un año: Ese desempeño
inferior a lo previsto se debió al crecimiento decepcionante en las grandes
economías de mercados emergentes, la agudización de la recesión de la zona del
euro y la lentitud inesperada de la expansión estadounidense. En Japón, por el
contrario, el crecimiento superó las expectativas.
El
informe de naciones unidas es más tajante: “La economía mundial siguió
creciendo a un ritmo moderado, a una tasa estimada del 2.6 por ciento en 2014.
La recuperación estuvo afectada por nuevos desafíos, entre los que se cuentan
algunos eventos inesperados, como los mayores conflictos geopolíticos en
diferentes regiones del mundo. Asimismo, la mayoría de las economías han
evidenciado un cambio hacia menores tasas de crecimiento del Producto Interno
Bruto (PIB) en comparación a los niveles previos a la crisis, incrementando las
posibilidades de un crecimiento económico mediocre de más largo plazo”.
Los
gobiernos, que nunca reconocen estas situaciones, parecen no entender la crisis
que los ronda y que se traduce en tasas de desempleo altas, que en el caso de américa
latina, siempre traen consecuencias muy graves, además de generar una baja en
el consumo, que ataca sustancialmente a la informalidad, que es la manera como
el común se enfrenta a la falta de oportunidades.
El
análisis siempre debe sobrepasar aquellos factores técnicos y atender las
decisiones políticas, en últimas estas son las que generan estas condiciones
perversas de la economía, están hechas casi siempre para sostener el statu quo,
en este sentido son las elites y las multinacionales las más favorecidas, los
sectores marginados o informales no cuentan, no hay quien los agremie, nadie
habla por ellos.
La
economía China está sufriendo una desaceleración por encima de todo lo previsto
y Europa no parece salir de su inercia más cuando Grecia está en un nudo
gordiano inexplicable. No existen razones para estar optimista, el mundo en
materia económica definitivamente está empezando a vivir una crisis que de no
intervenirse puede tener consecuencias muy graves.