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sábado, abril 29, 2017

COMO NOS DUELE VENEZUELA

Los colombianos tenemos una relación especial con este país. Cuando hablamos de países hermanos no lo decimos por prurito, responde a una historia conjunta: Luchamos y ganamos juntos la independencia, compartimos muchas de las experiencias republicanas del siglo XIX,  la entrada a la modernidad en la década de los años treinta del siglo XX; tenemos una frontera extensa, de hecho hay infinidad de familias a un lado y otro de la misma que tienen lazos de sangre irrenunciables. Para  los Colombianos, Venezuela siempre fue un país rico, moderno, con una apertura a los emigrantes que hizo de Caracas la ciudad más cosmopolita de Suramérica, llena de oportunidades, pese a tener siempre el miedo por la vuelta a las dictaduras que desde Páez son un dolor de cabeza y una amenaza latente en su historia.
Es difícil entender cómo un grupo variopinto de militares liderados por Chávez llegaran al poder, fue una clase política nueva, sin ninguna preparación, quienes contaron con un gran apoyo popular, la compañía de buena parte de la clase media, llegaran para quedarse por muchos años. Inimaginable pensarlo, inclusive para un  número grande de líderes deseosos de cambio, este proyecto etéreo y bastante improvisado, de la mano igualmente de oportunistas y sanguijuelas del poder, los mismos que están ahora con el señor Maduro, llevaron a la nación más rica de Sudamérica a un colapso de una magnitud inimaginable. Venezuela tiene una generación completa, frisa los quince años, solo ha conocido esta clase política, son hijos de la crisis, su realidad ha estado enmarcada por la escasez,  supermercados vacíos, falta de garantías en absolutamente todo lo que los rodea, populismo y un caos permanente, para no hablar de la incertidumbre a que están sometidos día a día, realidad sin  salida alguna por ahora, nunca se había visto en esta parte del mundo, descontando a Haití, una situación tan excepcional y cruel.
Este país tiene la inflación más grande del mundo, sus índices de criminalidad sobrepasan cualquier promedio manejable, son los más altos del planeta, Caracas es la ciudad más peligrosa de América, cada Venezolano promedio vive tratando de sobrevivir, literalmente, ganándose el pan diario,  no hay lugar a ninguna planeación, no saben que es la seguridad alimentaria,  viven asediados de mil violencias.
Me  duele este país hermano, alguna vez fuimos testigos de una nación con la mejor infraestructura de toda América, el metro más moderno del mundo, universidades envidiables, salas de concierto hermosas y técnicamente súper-dotadas, programas de arte gratuitos que aun producen resultados que son un ejemplo para el mundo, una capital hermosa, con una arquitectura sin precedentes, pese a que el país fue administrado por un bipartidismo elitista y ciego, que creyó que el poder  iba a ser eterno, manejó buena parte de los recursos del petróleo como si fueran suyos, nunca se imaginaron que serían derrotados por un discurso caudillista y populista, que una vez llegado al poder, viene saqueando impunemente a este país e impuso desde las virtudes de la democracia una dictadura atípica, violenta y sin derrotero alguno .
La pregunta frente a las protestas es cuánto va  a durar esta infamia, cuántos muertos hay que poner.  Cuáles son las respuestas desde la sociología y la politología al fenómeno histórico que está viviendo Venezuela. Cómo fue qué este país cayó en semejante impostura y peor, cómo la izquierda sigue quemando las oportunidades históricas en un atavismo que siempre deja ver su incapacidad para administrar lo público.
Donde están los estudios al respecto. Sería bueno ver la mirada académica, que es más seria y menos sectaria. No cabe duda que es un fenómeno digno de estudiar, al compararlo con el Ecuador, a pesar de sus similitudes, la pregunta puntual es cuándo decide Correa apartarse del modelo, alejarse del tsunami Chávez, sería bueno dilucidar las razones que lo llevaron evitar  tales extremos y si hubo un rompimiento con la terquedad del líder Venezolano que no admitía nunca las diferencias, de hecho, de alguna manera previó que el modelo no se ajustaba a la realidad de su país y de seguir, la crisis estallaría por gracia de la oposición indígena. Bolivia, que está convertida en una dictadura, administrativamente no ha caído en semejante caos y  la impotencia que agobia hoy a Venezuela. Sería muy bueno hacer estos paralelos.
Solo espero que no haya más tragedia ni muerte. Sobra decir que debemos abrir las puertas a sus nacionales y que el apoyo debe ser total.  El llamado es a los historiadores, los politólogos, los sociólogos, donde está el análisis serio de lo que está viviendo Venezuela.